Cuando nos embarcamos en una relación de pareja emprendemos un recorrido en el que surgen diferencias de criterios, por lo que es necesario alcanzar acuerdos.
Tengamos en cuenta que cada miembro de la pareja proviene de sistemas familiares con distintas formas de amar. Por ello, cuando se piensa: “mi forma de ser, pensar, actuar… está bien y la de mi pareja no”, es similar a sostener: “Mi familia está bien, pero la de mi pareja no”.
Un proyecto de pareja necesita que comulguen las formas de los dos. Por ello, la pareja es tan aleccionadora, porque nos puede ayudar a conocernos mientras conocemos al otro. Familiarizarse entre sí, dando a las familias respectivas un gran valor, requiere un significativo esfuerzo.
La pareja sólo se fortalece cuando valoramos al otro, esto se logra cuando observamos con respeto sus orígenes, esa es la gran contribución que nos ofrecen las Constelaciones Familiares.