Cuando verdaderamente recibimos y agradecemos el regalo de la vida nos liberamos de culpas que nos restan disponibilidad, reconocemos que es inútil intentar compensar lo recibido mediante luchas innecesarias. En su lugar asumimos la responsabilidad de mirar hacia adelante con dignidad.
Sólo quien siente que ha recibido algo grande y valioso, percibirá sus manos y alma llenas para dar lo mejor de sí.
Cuando creamos una familia esta ha de tener primacía sobre nuestra familia de origen, porque compensamos la vida hacia adelante y no hacia atrás.