La relación que tenemos con nuestra madre es permanente (antes de nacer formamos parte de nuestra madre biológica, y por un tiempo, luego de hacerlo, nos creemos su prolongación); por ende, este vínculo es determinante en la forma de relacionamos con el mundo.
Alcanzar la madurez en la relación con nuestra madre, mejora la vida en todos los sentidos: pareja, trabajo, amistades, familia, logro de metas… De lo contrario, cuando tenemos una relación conflictiva , o inmadura, con quien nos ha permitido la vida, nuestra vida es conflictiva.
Para mejorar el vínculo con nuestra madre (esté ella viva o no) es básico comprender desde el corazón que ella hizo lo que pudo, bien sea si fue sobreprotectora, haya estado ausente, haya sido como haya sido… nuestra tarea como adultos es comprender y asentir.
Esto, aunque pueda sonar sencillo, es una lección inmensa que nos puede llevar la vida entera. Implica amor incondicional y amor consciente.
Priorizando el Perdón, la Reconciliación, la Pertenencia, el Respeto y el Agradecimiento… movimientos clave en las Constelaciones Familiares.
Sólo así podemos llegar a ser los mejores hijos de las mejores madres, dejarnos de pelear con el mundo y liberarnos con amor.