Las Constelaciones Familiares indican que en gran cantidad de ocasiones cuando sentimos deseos de no esforzarnos en la vida se debe a una desconexión con nuestra familia, por lo que es muy valioso enfocar nuestra intención y acción en la sanación más plena de nuestros vínculos primarios, y comprobar si al hacerlo rescatamos nuestro ímpetu.
Empeñarnos por alcanzar nuestras metas nos conduce a crecer y evolucionar. Así como ocurre con nuestros músculos pasa también con nuestra vida, sólo poniendo de nuestra parte alcanzamos la fortaleza.
A través del esfuerzo maduramos, aprendemos a sentir distinto, profundizamos en lo que nos interesa. Gracias al esfuerzo han nacido las más bellas obras… arquitectónicas, escultóricas, literarias, y tanto más.
En esta visión corresponde reconocer, como la mayoría de las veces, la relatividad de los asuntos (el yin yang), porque el esfuerzo que puede costarnos lo suyo, hacernos transpirar y trasnochar, también puede ser muy gratificante y producirnos alegría.
Si viviéramos sin esforzarnos, como ángeles inmaculados en cápsulas de cristal, olvidaríamos lo hermoso de alcanzar los logros producto de nuestro trabajo.
En fin, una vida de solo esfuerzo podría ser una una pesadilla, pero también lo sería una vida sin esforzarte. Por eso la sabiduría popular reza que el trabajo dignifica.
